Agencia de Noticias UN- Este tipo de actos permite a las personas, quienes tanto daño le han hecho a la sociedad, tener un mínimo de tranquilidad y confianza para aportar a la construcción de la paz, a través de acciones concretas.

Este planteamiento del profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, Maguemati Wabgou, surgió en la Cátedra de la Paz, que se realiza cada ocho días en la U.N. Sede Manizales, liderado por la docente y periodista Mariela Márquez.

“El perdón es importante porque permite que este aporte, que harán los victimarios en el posconflicto, esclarezca muchos de los hechos perpetrados. Además, se podrá saber en qué lugares se enterraron a muchas personas o cómo fueron los actos de violencia para que la población haga su respectivo duelo y pueda poner en marcha el proceso de reconciliación y justicia”, expresó el conferencista.

Según Maguemati Wabgou, si estos actores del conflicto no tienen ninguna garantía de perdón será muy difícil que se adhieran a la idea de la paz y lograr justicia social en el país, que tanto se requiere para beneficio de los colombianos.

El conferencista reconoció que es un proceso muy duro para el victimario el hecho de darse cuenta que solo después de entregar o abandonar las armas, lo que le sigue son juicios, privación de la libertad y estigmatización.

Otro de los elementos que plantea el docente de la Universidad Nacional es la coexistencia, el hecho de vivir y reconocer al otro y aceptar la diferencia.

Al respecto, se requiere el perdón para poder convivir en posconflicto o en el proceso de construcción de la paz, con la expectativa de tener una sociedad vivible, en donde se pueda compartir espacios con los enemigos de ayer.

Para él, no es lo mismo la vida en las zonas rurales donde se han cometido crímenes contra grupos campesinos, que en la zona urbana, un lugar relativamente más tranquilo frente al conflicto. Por eso, recordó que las formas de ver el perdón son diferentes, pero se puede lograr con la voluntad y espiritualidad de las personas.

Transformar ideas bélicas en pensamientos constructivos para toda la nación y siempre apoyados en el perdón y la reconciliación es el propósito central de este proceso.

“Por ejemplo en África, específicamente en Ruanda, hay viudas que terminaron casándose con sus victimarios que mataron a sus esposos o familiares. Para hacer esto, ellas tuvieron que pasar por un periodo largo de perdón y reconciliación”, resaltó el docente.

La comunidad universitaria requiere conocer y tener una reconstrucción de la historia del conflicto en este país para entender que la vía del perdón permite construir una paz duradera.

También, conocer esta realidad ayuda a que los futuros profesionales reflexionen y se posicionen políticamente frente a las posibilidades que ofrece el contexto del posconflicto o de posacuerdo para la reconciliación.

“Si uno no tiene un grado de espiritualidad será difícil que se pueda perdonar. Se tiene que pensar en lo humano (también religioso) para poder convivir en la sociedad, siempre respetando la diferencia. Con la espiritualidad se puede construir primero la paz individual para posteriormente conseguir una colectiva, que un últimas implica coexistencia”, finalizó Maguemati Wabgou.

  Agencia de Noticias UN- La Cámara Colombiana del Libro y el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos (CDR) reconocieron el aporte cultural, humanista y científico ofrecido por esta publicación de la Universidad Nacional Sede Manizales durante 50 años.

Su creador, Carlos Enrique Ruiz, quien fuese el primer vicerrector de la sede de la capital caldense, agradeció públicamente a los organizadores del evento la exaltación a la revista, que en marzo de 1966 salió por primera vez, y desde entonces, continuó emergiendo de las editoriales hasta cumplir cinco décadas.

“Este es un bonito homenaje que tiene como referente a Juan Luis Mejía Arango, actual rector de la Universidad Eafit de Medellín, quien fuera, en una oportunidad ministro de Cultura”, detalló Ruiz, ingeniero civil de profesión.

El profesor, quien se reconoce como científico y humanista, recordó, con motivo de este nuevo tributo en el ámbito nacional, que a lo largo de estos años no existió fórmula mágica diferente a la persistencia y obsesión, que sirviera para “alargar” la vida a la publicación que sale trimestralmente.

“Esa es quizás la base de un trabajo que nos ha llevado a editar durante todos estos años Aleph. Ser persistentes y obsesivos nos muestra sus frutos”, acotó el gestor de una de las publicaciones más antiguas del país.

Justamente, el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos (CDR) resaltó del docente Ruiz, “la labor en pro del pensamiento, las artes y las letras de Colombia y el mundo, que le han valido el llegar a convertirse en profesor emérito, honorario y especial ad honorem, como lo ha distinguido la Universidad Nacional de Colombia, entre otros muchos títulos y menciones”.

Asimismo, en la presentación y difusión del evento, el CDR destaca el impecable esfuerzo de su gestor para que la publicación cultural se mantenga como una de las más importantes del ámbito nacional, y que ha sido, a la vez, una original ventana de intercomunicación entre prestigiosas figuras de la academia, los libros y las distintas artes.

Cuadernillo especial

“Antología de Aleph” es la recopilación de las mejores entrevistas publicadas en la sección que lleva el mismo nombre. Su presentación se realizó en Corferias.

“Este es un cuadernillo muy bonito que la Universidad de Caldas editó en un segundo volumen, ya el primero lo había hecho cuando me dieron el doctorado Honoris Causa en el año 2006”, explicó Ruiz.

La publicación especial compila en 700 páginas entrevistas realizadas por su creador, a personajes de importante procedencia de la academia, filosofía, letras y economía, como lo fueron Fernando Savater, Dámaso Alonso, Oswaldo Guayasamín, Enrique Grau, Emma Reyes, entre otros.

La edición 176 con la que se celebra los 50 años de Aleph, publicada en marzo, es una de las cuatro que saldrán este año con un contenido especial, justo, por las décadas de trabajo en torno a las letras con sentido humanístico.