Este material no renovable que sirve para la elaboración de aparatos eléctricos, juguetes, tuberías, bolsas, botellas, sillas, entre otros, es de fácil obtención y bajo precio, pero no es benigno con el medio ambiente, puesto que durante su fabricación se producen grandes cantidades de energía y se emiten sumas importantes de CO2 (generador del efecto invernadero).
Además, los artículos hechos con este plástico son no biodegradables, lo que conlleva a que se demoren años e incluso siglos en descomponerse.
Es así como con los productos agroindustriales provenientes de la industria lechera y del biodísel que actualmente están siendo desechados, servirán para la producción del biopolímero (compuestos originados de fuentes no renovables) con el cual se podrán fabricar todo tipo de productos dependiendo de la necesidad de la industria que lo requiera.
“El proyecto tiene entre sus objetivos evaluar y aprovechar estos residuos agroindustriales desperdiciados por las propias empresas que los generan, para elaborar objetos con valor agregado sin impactar el medioambiente”, expresa Javier Mauricio Naranjo Vasco, estudiante de Maestría de Ingeniería Química de la UN en Manizales y dirigido bajo la tutoría de los docentes Juan carlos Higuita Vásquez y Carlos Ariel Cardona Alzate.
Para lograr este proceso, se utilizaron un grupo de microorganismos que tienen la habilidad de reconocer los desechos del glicerol y el lactosuero como alimento, y que mediante un proceso conocido como “estrés nutricional” lo transforman en el biopolímero.
Así mismo deben ser manipulados elementos como el nitrógeno, carbono y oxígeno, con el fin que las bacterias empiecen a producir el compuesto que para ellas es un mecanismo de supervivencia.
Durante esta fase se rompen las membranas de los microorganismos para llegar hasta el lugar donde almacenan el polímero y de esta forma se pueda extraer por intermedio de un disolvente especial que luego se aísla para que el material quede puro.
A partir de ahí, el resultado que se obtiene es el polímero duro con el que se puede iniciar el proceso para convertirlo en el producto que se desee.
Según Vasco Naranjo, “los polihidroxibutiratos son biopolímeros con propiedades térmicas especiales; son biodegradables, biocompatibles y se pueden producir a partir de fuentes renovables. Se proyectan como sustitutos de los derivados del petróleo, una vez se mejore la infraestructura tecnológica del polietileno y el polipropileno”.
Gracias al producto obtenido por el grupo de Procesos Químicos, Catalíticos y Biotecnológicos de la UN en Manizales, las empresas que trabajan con biodísel y leche podrán venderlos para fabricar el novedoso biopolímero, que además de tener diversas aplicaciones se degrada totalmente cuando cumpla su ciclo de vida y la comercialización de las materias primas representa una disminución en el valor total de fabricación del biopolímero, lo que lo hace competitivo frente al petróleo.
Al concluir el proyecto en dos meses esperan poderlo ofrecer en empresas del sector de interés.