De esta forma el proceso elaborado permitirá que en menos tiempo, menos pasos y de forma acertada, las industrias puedan seleccionar fácilmente un microorganismo para la obtención del etanol.
En este caso el microorganismo evaluado en la UN en Manizales fue el Saccharamyoes Oerevisiae, proceso que se llevó a cabo por medio de la fermentación de la melaza, y bajo diferentes parámetros entre los que se encuentran la temperatura de la fermentación, el pH (acidez) y el grado de la dilución de la melaza.
Según Juan Pablo Mariscal Moreno, estudiante de la UN en Manizales e integrante del Grupo de Investigación de Procesos Catalíticos y Biotecnológicos “mediante este estudio pudimos predecir cómo se comporta el microorganismo al modificar la temperatura y la concentración de la melaza, además de analizar cómo se maneja ante ciertas condiciones a medida que pasa el tiempo, es decir cuánto etanol produce, cuánto crece o el subproducto que puede generar”.
Gracias a ello se encontró que es posible que la fermentación se produzca a 38 grados centígrados y no a 35 grados centígrados como se hace habitualmente, lo que lleva a una mejor producción del biocombustible y se presente un ahorro considerable en los costos de elaboración y un ahorro energético que oscila del 5 al 12%.
“A los 32 y 38 grados centígrados que son las mejores condiciones alcanzamos rendimientos hasta del 98%, y en la literatura se encuentran rendimientos reportados entre el 90 y el 95%, lo que significa que lo que está comiendo el microorganismo lo está usando en su totalidad para producir etanol, por lo que se presenta un gran avance en este sentido”, aseveró Mariscal Moreno.
En este sentido las empresas interesadas podrían comenzar a aplicar el protocolo con el que, además de reducir los costos de operación se cumplen normas ambientales que posteriormente entrarán en funcionamiento y obligará al sector a modificar sus procesos y evaluar otras alternativas.