Manizales, Jun. 24 de 2013 - Agencia de Noticias UN- - Minería, mal uso de cuencas hidrográficas y turismo sexual con menores de edad, afectan el Paisaje cultural cafetero (PCC) y alteran el precio del café. Por ello, se busca generar alertas sobre este territorio patrimonial.
El factor económico se ha hecho más visible con las protestas cafeteras del presente año. Los economistas han manifestado que el grano es cada vez menos rentable. Debido a esto, se hace necesario buscar incentivos que mitiguen un poco el problema económico de este sector, declarado patrimonio de la humanidad.
“El PCC tiene un componente agroproductivo vivo; es decir, no es una reserva natural sino un grupo de personas que encuentran su sustento en sembrar y cultivar café. Afortunadamente, siempre han existido otros productos para solventar las crisis. Además del grano, nuestro campesino siembra yuca, plátano, tiene ganado, entre otros”, cuenta Fabio Rincón Cardona, director de la Cátedra Unesco en la sede Manizales.
En cuanto al aspecto ambiental, hay una expectativa muy grande ante las amenazas de flora y fauna. Expertos de Cenicafé y otras instituciones han mostrado cómo han ido menguando estos recursos del paisaje.
“Cada vez tenemos menos guaduales, menos especies de café de sombrío y, por lo tanto, más extensiones de cultivos en libre exposición. Esto ocasiona que no tengamos árboles y que los corredores biológicos sean muy reducidos entre las cuencas”, manifiesta Rincón Cardona.
Asimismo, el mapa minero en todo el PCC expone un panorama complejo porque hay minas que están en explotación y otras en solicitud en todo el territorio. Sin embargo, es de resaltar que desde que se efectúo la declaratoria, una de las primeras órdenes del presidente de la República fue definir un mapa concreto de la minería en el paisaje, con lo cual se han logrado frenar un poco esas solicitudes.
Por otra parte, en el ámbito social hay una problemática asociada al relevo generacional. Hay una cantidad importante de familias cuya cabeza de hogar son abuelos. Se ha visto una tendiente migración de jóvenes a las ciudades, pues el caficultor no quiere que sus hijos continúen el oficio. Por esta razón, la Federación Nacional de Cafeteros ha planteado programas de compra e incluso de donación de tierras para que los jóvenes se queden.
“Entre las situaciones evidenciadas en la dimensión social también hay problemas de turismo sexual con menores de edad. Para evitarlo, urge propiciar una participación con el fin de buscar soluciones conjuntas con la comunidad”, señala el profesor Rincón.
Por último, otro de los aspectos que preocupa es la fragmentación en la comunicación y la relación con la base social del PCC; pues no se conoce a fondo la visión de sus habitantes, qué piensan acerca de su entorno, ni las problemáticas y soluciones que plantean.
(Por:amej/sup/csf/fgd)