Manizales, oct. 21 de 2013 - Agencia de Noticias UN- La humanización de la literatura requiere, entre otros factores, eliminar la idea de que esta es un objeto de estudio. Primero se debe asegurar un rol como lectores literarios y luego como estudiantes de literatura.
Así lo afirmó la escritora colombiana Beatriz Helena Robledo Botero, durante su participación en la tercera sesión de la Cátedra Abierta Grandes temas de nuestro tiempo “De los Presocráticos a Pessoa”, realizada en la Universidad Nacional de Colombia en Manizales.
Durante su conferencia “La literatura, un mundo habitable”, la narradora y ensayista expresó que toda convivencia que se genere desde temprana edad con la literatura, forma a los individuos para ser más creativos e imaginativos, y para que se encuentren con ellos mismos.
“El sentido es mostrar cómo la literatura realmente nos brinda la oportunidad de entrar en mundos posibles y cómo con la literatura nos conectamos, no solamente con otros imaginarios, situaciones, conflictos o lo que les pasa a otros seres fuera de nosotros mismos, sino también que vamos allá y volvemos a nosotros mismos”, argumentó Robledo Botero.
“Esa vuelta al pasado, ese ir y volver es más importante en el desarrollo de una persona, en la construcción de la subjetividad y la emocionalidad, es mostrar lo que hace la literatura en cada persona que la manifiesta”, agregó la profesora universitaria.
Asimismo, la invitada comentó que el problema de aprendizaje que presentan los jóvenes hoy en día en cuanto a lecto-escritura, radica en el incentivo que tuvieron desde pequeños con respecto al acercamiento a ese mundo.
“Yo hablo mucho con los profesores, sobre todo con los de primaria, y les insisto muchísimo en que uno de los errores más grandes que hemos cometido en la escuela occidental fue convertir la literatura en un objeto de estudio; es decir, los estudiantes se vuelven estudiantes de literatura sin haberse formado como lectores literarios. Creo que hay que cambiar esa premisa para partir desde el principio que sería asegurar que primero se vuelvan lectores literarios y ya después se pueden volver estudiantes de literatura”, aseveró la ensayista.
Además, comentó que por lo general a los estudiantes (de primaria o secundaria) se les cohíbe al leer, pierden la oportunidad de curiosear, de explorar, de tener esa capacidad de asombro, de tocar y ojear los libros libremente. “Empezamos a arrastrarlos y por eso ellos llegan a la universidad con cansancio y tedio de leer, porque les han hecho falta experiencias gratas y lúdicas que son las que hacen a un lector”.
Y es en este punto donde el niño o la niña empiezan a encontrar en herramientas más técnicas, inmediatas, lúdicas y donde sí se les permite explorar todos sus sentidos, ese lugar de asombro que antes se tenía con la lectura.
“Puede que la literatura no nos vaya a sanar de todo pero sí es un ingrediente que ayuda muchísimo a construir la subjetividad de un ser humano desde pequeño o a reparar esos quiebres que muchas veces por pérdidas, duelos o situaciones complejas en la vida no hemos superado. Hoy en día existen investigaciones que muestran todo lo que puede hacer la literatura por nosotros los seres humanos”, puntualizó.
Para finalizar, la profesora de literatura infantil del Departamento de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana dijo que este tipo de espacios, como la Cátedra de la Sede Manizales, son muy valiosos. “Se trata de un encuentro humano y de reflexión humanística en una época donde las carreras, el utilitarismo, la rentabilidad, las presiones a los Gobiernos nos están deshumanizando muchísimo”.
Trayectoria
Beatriz Helena Robledo es narradora, ensayista y profesora. Desde 1997 dirige la asociación Taller de Talleres donde se promueve la lectura, la escritura y la literatura infantil y juvenil. A partir del 2004 es profesora de la cátedra de literatura infantil del Departamento de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana.
Entre sus obras más representativas se encuentran: Los mejores relatos infantiles (Antología, 1997), Poesía colombiana para jóvenes (Antología, 2001), Fígaro (2007) y Flores blancas para papá (2011), entre otros. Además se ha desempeñado como subdirectora de la Biblioteca Nacional de Colombia y asesora internacional en campañas de lectura.
(Por:Fin/FLPV/sup/jcrf)