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Saberes previos aportan en la proyección profesional

6e842c65be   Manizales, mar. 12 de 2014 - Agencia de Noticias UN- Al ingresar a la universidad, los estudiantes poseen un bagaje y una historia personal que pueden retomarse para enriquecer su proyección profesional. En la U.N. se trabaja a partir de esta idea para abordar la relación con el entorno.

Como parte de la asignatura “Territorio y paisaje”, Gloria Hoyos Bustamante, docente de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales, desarrolla una propuesta enfocada en rescatar dichos saberes y el bagaje cultural de cada alumno, para abordar la teoría de análisis y el diagnóstico del territorio.

Según la profesora, este recorrido académico y personal que traen los jóvenes a su llegada a la Universidad, no se puede desconocer ni dejar en el olvido. “No podemos pensar en el estudiante como tabula rasa que apenas empezará a perfilar su proyecto de vida; ese prejuicio le resta potencial”.

Para ello, la metodología empleada por la docente parte del uso de una maleta en la cual cada estudiante guarda elementos que representan todo lo que han ido recogiendo e incorporando a sus vivencias desde su infancia.

La docente pone como ejemplo las experiencias de científicos y artistas a lo largo de sus carreras. Entre ellos se puede mencionar al arquitecto y paisajista brasileño Roberto Burle Marx, quien terminó fusionando la botánica con la pintura que le es cercana desde su infancia.

También está el caso de Le Corbusier, arquitecto, ingeniero y artista, quien tuvo como primer profesor a un maestro de pintura. Esto, sumado al entrenamiento que recibió desde sus primeros años en motricidad fina, ya que su padre era relojero. Todos estos aspectos fueron cruciales para su profesión, expresó la profesora Hoyos Bustamante.

Dichos ejemplos, de acuerdo con la docente, no son lejanos a la realidad que se vive entre sus estudiantes, ya que a partir del ejercicio se han evidenciado relaciones artísticas de los jóvenes, que tal vez influyeron en la escogencia de su carrera profesional.

Tal es el caso de Valentina Correa González, estudiante de Arquitectura de la U.N. en Manizales. Durante la recopilación de los objetos de su pasado, ella encontró elementos olvidados como sus zapatillas de baile, las cuales materializan su afición por la danza contemporánea practicada años atrás.

La futura arquitecta también recogió un inventario de lentes. Esto le recuerda que, a pesar de no poder percibir el espacio a la perfección sin sus gafas, hay una relación con su profesión en cuanto al manejo estético del espacio. “Gracias a esta interiorización del espacio se danza con los ojos cerrados”, dice.

De esta experiencia, la profesora Bustamante resalta la potencialidad de sus estudiantes al encontrar, discernir y asociar situaciones como el movimiento, la quietud, la oscuridad, la música, entre otros. Esto les permite agudizar sus habilidades para diseñar los espacios a partir de la sensibilidad, teniendo en cuenta los aportes de la estética del cuerpo, que añaden un valor agregado a su labor como arquitectos.

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