Manizales, oct. 01 de 2014 - Agencia de Noticias UN– Cuando la causa de vulnerabilidad en una comunidad es la violencia, el hábitat debe estudiarse como un factor determinante del desarrollo humano.
Hábitat, vulnerabilidad y violencia son tres conceptos que reúne la investigación desarrollada por Williams Gilberto Jiménez, para la Maestría en Hábitat de la U.N. Sede Manizales, que tuvo como propósito medir los impactos de la violencia en espacios que se construyen colectivamente.
En este caso, Jiménez estudió la comuna 11 del municipio de Dosquebradas (Área Metropolitana Centro Occidente de Pereira), Risaralda, y las razones por las que, a causa de la violencia, aumentaba la probabilidad de que sus habitantes fueran víctimas o victimarios de actos delictivos.
“La violencia modifica los patrones de conducta, identidad y hábitos de las personas, que se construyen basados en la desconfianza hacia los vecinos. De esta forma, con la pérdida de valores socio-culturales como la solidaridad y cohesión social, las estructuras criminales los transforman en beneficio para su actividad económica”, indica Jiménez.
Según estadísticas del DANE en 2012, la comuna 11 estaba habitada por 12.353 personas que conforman los barrios El Diamante, La Capilla, Los Naranjos, Santa Teresita y Siete de Agosto. Este último barrio, con tan solo 99 habitantes, en 2010 perdió el 12 % de su población por homicidios.
Aunque la vulnerabilidad es un concepto altamente social, se suele trabajar desde lo técnico y cuantitativo. Con esta investigación, se desarrolló un nuevo marco conceptual que sirviera como contexto metodológico para analizar la exposición de los habitantes a la violencia, su capacidad de recuperación y adaptabilidad ante el daño.
Inicialmente, el estudiante realizó un contexto histórico sobre la violencia de tipo socioeconómico en el que, según el código penal, resaltan delitos de homicidios y hurtos.
Un estudio cuantitativo determinó la violencia como amenaza y su distribución dentro de la comuna, así como sectores o barrios que ataca, esto reconoce la ubicación espacial en los últimos cinco años, comparado con estándares locales y nacionales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para establecer la violencia como una pandemia o enfermedad dentro de cualquier sociedad, el límite son 10 muertos por cada 100.000 habitantes. Según estadísticas, en Colombia son 36 muertos por cada 100.000, por ello se convierte en el segundo país más violento de Latinoamérica. Sólo en el caso de Pereira, la relación es de 52 muertos por cada 100.000.
Gracias a técnicas de recolección de información cualitativa como etnografía, entrevistas semi-estructuradas y encuestas, Jiménez estableció diferentes variables de vulnerabilidad que presentan las causas que producen esa violencia.
Por un lado, el factor institucional demuestra la incidencia de las instituciones políticas, legales e ilegales dentro de la comuna. Allí se encuentran la policía (administradora pública de la fuerza), la familia, la escuela y la religión.
“Las últimas tres instituciones tienen una responsabilidad social, en cuanto a la formación y función moral que se debe inculcar en el delincuente para no cometer un acto violento”, argumenta el administrador.
El factor físico-espacial muestra cómo, a partir de la utilidad comercial del suelo, la ubicación de un barrio es determinante en la comercialización y consumo de estupefacientes, que es una variable de vulnerabilidad de gran incidencia para los habitantes. En este apartado se realizó la caracterización física de estos lugares que definían este factor (abandono, oscuridad, solitud).
La descripción tipológica de estos lugares serviría como insumo comparativo para otras ciudades latinoamericanas, comúnmente organizadas en el centro pero desordenadas en las periferias.
“Hay temor entre los habitantes por los sitios que son vedados debido a la poca circulación y el control ilegal por parte de grupos armados, influenciados por la existencia histórica de carteles de drogas”, explica.
Por último, está el factor socio-cultural, con el que se determinó que el nivel socio-económico de los habitantes los hace vulnerables ante la violencia, que se relaciona con su capacidad de recuperación económica ante robos, así como también la seguridad y confianza.
Cuando la población se acostumbra a la violencia provocada por bandas criminales o pandillas, se justifica y en ocasiones, se oculta o calla. Esta situación es aprovechada por grupos ilegales para reclutar jóvenes con promesas de mejores ingresos económicos, entre otros beneficios.
A pesar de que el estudio está relacionado con el azar y es difícil de predecir, se evidencia una emergencia a causa de la violencia, en una sociedad que todavía no reconoce el problema.
Según el investigador, el estudio realizado por él, en torno a la vulnerabilidad, se ha utilizado en técnicas de investigación de amenazas naturales. Sin embargo, uno de los mayores aportes realizados en este trabajo es que William Jiménez logró que dicho factor traspasara a un contexto más social.
(Por:Fin/MLIA/dmh/nh)