Manizales, oct. 15 de 2014 - Agencia de Noticias UN- A partir de una lectura interpretativa estético-ambiental, un estudiante de la U.N. analiza la crisis ambiental desde el pensamiento oriental expuesto en el I Ching.
Se trata de un libro sagrado de la tradición china que tiene gran valor cultural por su dimensión oracular y sapiencial. El estudiante de Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo, Felipe Chica Vargas, basó su tesis conceptual en el pensamiento ambiental que deriva de este libro milenario, en relación con la concepción occidental.
“Se trata de un texto de sabiduría que permite mantener un diálogo con las potencias vitales para lograr un comportamiento que se adecúe al equilibrio de la relación hombre–naturaleza”, explica el investigador.
El trabajo interpretativo responde a los cuestionamientos que hoy se plantea el pensamiento ambiental occidental, a partir de los símbolos que se describen. “En occidente, nuestros símbolos sagrados se han desgastado por la cultura audiovisual y mediática que ha hecho de ellos una mercancía”, argumenta el estudiante.
A raíz de estas expresiones marginales (especialmente desde el ámbito estético), la vida se debate entre los opuestos. Al explorar esas coincidencias, el investigador busca crear un puente entre el pensamiento ambiental occidental y el oriental, para lograr un giro que impacte en la preservación del planeta.
También invita a encontrar en dicha cultura las respuestas a los problemas ambientales locales y un acercamiento a sus símbolos sagrados, mediante una lectura poética, enfocada en la reflexión y el autocuestionamiento.
“El I Ching resguarda, como muchas otras tradiciones sagradas, una serie de claves simbólicas a las que seguramente tendremos que recurrir en momentos en los que la crisis ambiental llegue a niveles que afecten profundamente los modos de vida en cada región de la Tierra”, indica.
A través de diferentes autores, Vargas relaciona pensamientos y visiones que le permiten replantear las bases de la concepción de naturaleza, estética, urbanidad y ser humano.
El hombre busca mirarse desde afuera, para aquietarse, reconocerse y tener sentimiento de sí, frente al resto de cosas que lo rodean.
Al interior del Grupo de Investigación en Pensamiento Ambiental de la U.N. Manizales, los estudiantes cuestionan el pensamiento occidental en un ir y venir en discordia con la naturaleza. La profesora Ana Patricia Noguera se refiere a este hecho como un “desencantamiento”.
Aunque el pensamiento occidental ha intentado sobreponer imágenes de las escrituras sagradas, el I Ching conserva sus 64 hexagramas: combinación de dos trazos que derivan al ying y al yang, entre muchas otras dualidades.
La tesis centra su atención en ocho trigramas que representan imágenes primordiales de la naturaleza y resultan tensionantes como símbolos en la modernidad: cielo-tierra, filosofía-sabiduría, técnica-estética, masculino-femenino, sagrado-profano.
Ciudad y pensamiento ambiental
Desde la arquitectura, se relaciona al hombre con su entorno. Simbólicamente, en esta obra oriental la imagen que interpreta la vida con los demás es un lago en el que confluyen ríos de gente, dice Vargas.
Frente a la soledad, se refiere a una montaña. Con base en esa figura, se relaciona la urbe, lo arquitectónico o urbano con el hombre.
El trueno es un símbolo de conmoción. “Esa primera conmoción tiene lugar cuando el hombre se hace consciente de esa escisión con la naturaleza. Llevándolo a términos de nuestra tradición, sería la expulsión del paraíso”, añade el estudiante.
El hombre como creador de objetos se evidencia en el fuego, tratándose de su tradición técnica. “El fuego nos permitió transformar la materia, pero esa relación progresiva ha llegado a ahondar esa ruptura con la naturaleza”, agrega Vargas.
Considerando que se trata de un libro de sabiduría, debe sus preceptos a la naturaleza. En un ejemplo concreto, el sabio es un personaje cuyo comportamiento se encuentra siempre en transición entre lo duro y lo blando, sin inmovilizarse en ninguno de los dos estados, acomodándose a las señales del cielo y a las inscripciones de la Tierra, siempre a merced de estas fuerzas que le preceden y le exceden.
“En este sentido, si ubicamos el pensamiento occidental en sus expresiones hegemónicas (filosofía, ciencia y religión) donde el hombre ha sido erigido como el culmen de la evolución, amo y juez de toda la creación, habría que decir, a secas, que es una mirada ambiental, prescindiendo del más”, asegura.
Durante la investigación, el estudiante encontró coincidencias y oposiciones que urgen meditación y suscitan acercamientos a la manera de un habitar en arraigo con la tierra. La tesis invita a repensar la condición humana que se encuentra en ruptura con la naturaleza, a través de la apropiación de los símbolos de la cultura oriental.
De aquí el interés por hacer del I Ching una herramienta que ayude a encaminar el pensamiento ambiental de las personas, no desde la dimensión oracular sino desde la sapiencial.
“Pienso que en nuestra contemporaneidad, irreversiblemente tecnificada, sus enseñanzas son más aplicables a nivel individual que a nivel colectivo y en ese sentido son vigentes”, concluye.
(Por:Fin/MLIA/MLA/AC)