Manizales, nov. 20 de 2014 - Agencia de Noticias UN- En la actualidad, la crisis del relato en las obras de arte pone en jaque la responsabilidad sobre su producción y divulgación.
En su reciente publicación Purus forte, el azar y la crisis del manifiesto en la obra de arte, Juan Pablo Duque Cañas, arquitecto y docente de la U.N. Sede Manizales, recoge apartes de sus estudios de Maestría en Filosofía con el fin de realizar una crítica a la producción actual de las obras de arte.
Purus forte es una expresión en latín que quiere decir puro azar. En el libro, Duque se pregunta si en general el acto creativo de artistas y arquitectos está relacionado con algún acto perfectamente preconcebido en su mente o si factores externos, que van evolucionando con el desarrollo del proyecto, inciden en el resultado final.
“Todo artista o arquitecto tiene una idea básica inicial, que a medida que se desarrolla puede tener una incidencia muy fuerte del azar para llegar a producir un elemento o un acto, que puede sorprenderle a sí mismo y al espectador posterior”, indica el profesor.
Haciendo un cuestionamiento fuerte a la idea del “genio artista”, Duque propone que el azar y la casualidad coprotagonicen lo que sería el resultado de una obra de arte. El genio artístico se asume como aquel que puede entregarle al mundo una obra que está perfectamente preconcebida en su cabeza, lo cual para el profesor resulta cuestionable.
En la medida en que se va desarrollando la obra, pueden ocurrir situaciones que darán señales al artista para tomar otras decisiones. En ese sentido, la tesis busca comprobar que la evolución de una obra artística, no importa de qué tipo sea, tiene un detonante: el artista con una idea básica. Sin embargo, factores externos a él terminan incidiendo en el resultado final, es decir, que no todo lo tiene controlado.
Dentro de los acercamientos teóricos que respaldan la tesis del arquitecto, Karl Popper encabeza la lista con su concepto de la relación entre libertad y determinismo, utilizado para escrudiñar si es posible que existan limites en esa libertad creativa, en un mundo en el que todo parece posible.
“Hasta hace unos años existían ciertos criterios de rigor para seleccionar lo que es una obra de arte y lo que no. Hoy estos se han desvanecido y los manifiestos ya no son colectivos, sino individuales. Cada artista considera que su arte es una obra válida y exige que la sociedad lo reconozca como tal. La pregunta es: ¿hasta dónde puede llegar y hasta dónde la sociedad está dispuesta a aceptar todo lo nuevo como si fuera una obra de arte, sin ningún tipo de validación adicional?”, explica.
Autores tradicionales como Platón y Aristóteles, posibilitaron un acercamiento a la crítica sobre el arte mimético (imitación) o a la copia de un modelo original como un criterio de validación en una obra artística.
Por otro lado, Arthur Danto plantea la crisis de los relatos. Estos manifiestos, que validan una tendencia u obra de arte, han existido desde siempre de forma colectiva, como cánones que imponen unas condiciones específicas en un momento dado y que hoy en día parecen ya no tener sentido porque cada uno va inaugurando su propia corriente.
“Hoy por hoy, los artistas en su afán de plantear algo novedoso terminan recurriendo a la originalidad como estrategia validante, proponiendo muchas veces cosas que no están respaldadas por un relato legitimador, una argumentación o criterios de validación, y son algunos curadores o críticos de arte quienes terminan incorporando el relato a la obra después de haber sido creada, lo que desde mi punto de vista pone en cuestión su validez generadora”, argumenta.
Sin libertad no hay creatividad
A partir de la lectura que realiza Duque a Popper en su texto Sobre nubes y relojes, el profesor se pregunta por los límites de la libertad creativa.
“¿Dónde podríamos situar una cosa que exige libertad como la creatividad, sin que caiga en el azar puro y el desorden total sin ningún tipo de lógica? Si no existiera libertad, no habría creatividad, esto hace que se repitan cánones y lógicas situacionales de un momento y un lugar específico, por lo que no habría nada nuevo. Sin embargo hoy se trata de proponer cosas distintas”, comenta el experto.
La tendencia nace muerta
Este capítulo, de los nueve que complementan el libro, hace referencia a la obra propuesta por el artista Marcel Duchamp, en el que se exponen diferentes objetos ya existentes, que normalmente no se consideran artísticos y que se resignifican para crear un pensamiento diferente con respecto a ellos.
En su obra La Fuente, un orinal es re significado al ser trasladado a un museo, con el fin de ser tratado como una obra de arte. Como tal fue aceptado, pero para el profesor, que alguien aparezca al otro día con un sanitario y con la misma intención ya no tiene sentido, pues el artista, al inaugurar su relato, condena a sus seguidores precisamente a no seguirlo, es decir, a no crear una tendencia.
“Lo que se plantea en la contemporaneidad creativa es que si eso fuera completamente válido, cada uno de nosotros podría proponer una forma distinta y exclusiva de ver el arte, lo cual es posible, pero no quiere decir que la sociedad tenga que aceptarlo, por lo que tienen que haber criterios de validación que no solamente se reduzcan a la novedad”, finaliza.
(Por:Fin/MLIA/dmh/AC)