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Pérdida de vegetación, perjudicial para el patrimonio hídrico manizaleño

c0a4b33cd3   Manizales, abr. 22 de 2015 - Agencia de Noticias UN- Cerca del 40 % de la superficie arbolada se ha perdido en el área urbana de Manizales. Parte de esta situación se debe al aumento en el proceso de urbanización de las cuencas.

Así se concluye en la investigación doctoral titulada “La cuenca urbana como unidad territorial para la planificación del desarrollo sostenible en ciudades de media montaña del trópico andino”.

En ella, se analizó cómo la influencia de cuencas urbanas como unidades de planificación territorial son vitales para que una región preserve su estructura verde, conserve la biodiversidad, regule la temperatura, así como para el beneficio ambiental de la ciudad.

Según lo explicado en el trabajo, para Manizales se proponen 15 cuencas urbanas para el ordenamiento sostenible de la ciudad, ellas son río Chinchiná, quebradas El Bosque, Alcancía Chisperos, La Calera, La Linda, Manizales-río Chinchiná, Manzanares-La Maruja, Minitas, San Luis, Los Caracoles, El Águila, El Tablazo, El Triunfo, La Francia, Menores y Olivares, las cuales permiten una búsqueda del equilibrio entre las estructuras construida, circulatoria, verde e hídrica de la ciudad.

A partir del análisis multitemporal del territorio desde 1851 hasta 2012, en la investigación se concluye que la transformación de la cobertura vegetal ha influido negativamente en la pérdida del patrimonio hídrico.

Gustavo Adolfo Agredo Cardona, profesor de la U.N. Sede Manizales, y Santo Trinidad Álvarez Ysabel, docente de República Dominicana y estudiante de doctorado de la Universidad Politécnica de Cataluña, tomaron como base de estudio la información recopilada en las estaciones meteorológicas administradas por el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Sede Manizales, imágenes cartográficas que tiene el Laboratorio de Fotogrametría y algunas fotografías aéreas de la ciudad.

Ese análisis determinó que a medida que se pierde la vegetación se reduce la posibilidad hídrica, dado que en una zona intertropical como la capital caldense se tiene una humedad relativa como resultado de la evaporación y la evapotranspiración del agua para volver a la atmósfera en el comúnmente conocido ciclo del agua. Se ve seriamente afectado el retorno del vital líquido, cuando se impermeabilizan los cauces en los procesos de urbanización.

“Es decir que en la medida que hay más pérdida de bosque, el viento actúa más fácilmente y termina llevándose esos acuíferos aéreos, evaporando el agua y trasladándola hacia otros lugares, pues no existe la vegetación para retenerla”, explica el investigador Agredo Cardona.

Las cuencas urbanas que presentan mayor crecimiento, en estos periodos históricos, son los ríos Chinchiná, San Luis y Olivares. Es de anotar que en el caso de este último es posible una intervención en el momento actual que permita una recuperación de la estructura verde.

Además, el periodo en el cual se comienza a evidenciar un cambio más significativo es entre los años 1971 a 1989, en los que hay un aumento del sistema vial de la ciudad y nuevas urbanizaciones contempladas en los planes de renovación urbana. Durante estos años, en las cuencas, desde Minitas hasta Chinchiná, se observa un crecimiento de más del 13 % de la estructura constructiva, y un decrecimiento de las zonas naturales menor al 15 %.

“El proceso del agua es un ciclo que permite la auto regeneración, es decir, vivimos en una burbuja en donde el agua se mantiene constante, sin embargo, nunca será la misma en un lugar u otro porque el viento, la incidencia de la radiación solar o la pérdida de bosque hace que la humedad se desplace y aparezcan zonas desérticas o erosionables”, expresan los investigadores.

Este trabajo no solo permite conocer el estado actual de Manizales en cuanto al soporte vegetativo, sino que también es un insumo para la toma de decisiones de los organismos de control y gestión del riesgo, ya que los indicadores evidencian que de continuar disminuyendo la cobertura verde, serán mayores los riesgos en el aumento de la temperatura de la ciudad.

“El consumo de las ciudades y la densidad de las infraestructuras puede afectar el equilibrio natural del calor ya que el generado por el uso de energía, incluyendo automóviles, combinado con el calor diurno atrapado por las estructuras urbanas y la liberación de este, más lenta durante la noche, puede elevar las temperaturas de una ciudad de 2º a 5º C”, argumentan los expertos.

(Por:Fin/FLPV/dmh/DAL)

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