El recurso natural debe examinarse desde tres perspectivas, su valor simbólico, el entorno desde dónde se mira y su gestión.
Con esta reflexión llegó a la Universidad Nacional Sede Manizales la asesora del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio en políticas de agua y saneamiento rural, Andrea Bernal Pedraza, invitada por el programa de Gestión Cultural y Comunicativa.
Según la especialista en desarrollo sostenible, por ser Colombia un país megadiverso, cada pueblo tiene una relación diferente con el agua. “Por ejemplo, no es lo mismo vivir en el Chocó, considerada como una de las zonas más húmedas del mundo, a estar en La Guajira, región desértica, donde cada gota es valiosa”, precisó.
En ese sentido, surgen diversas relaciones con el recurso natural y depende básicamente de las circunstancias, por ejemplo qué se obtiene cuando se usa, si se disfruta o no, y por el contrario, qué sucede cuando no la tenemos.
“En el Chocó el agua no es un problema de escasez, sino de potabilidad, mientras que en La Guajira sí escasea y, para obtenerla, las comunidades en ocasiones deben recorrer largos caminos”, apuntó la invitada al campus Palogrande.
En el plano simbólico, la conferencista, con estudios en Derecho y Ciencias Administrativas, recordó que en ciertos aspectos el agua es considerada como un referente de libertad y pureza. En ese sentido, las personas suelen asociarla con fuentes cristalinas, pero cuando se trata de agua estancada suele relacionarse con pobreza o miseria.
Tarea desde la educación
Ambientalmente, el estado del agua responde a un ciclo hidrológico que varía según el contexto del ser humano. Es decir, que el recurso se afectará según las prácticas de cada comunidad en el plano productivo, doméstico e industrial.
“Con los años hemos visto que los océanos han aumentado su caudal y esto se debe, en parte, al hielo derretido de los polos. Somos los humanos los responsables del tratamiento que se le da al agua, por ser sus consumidores, pero debemos ser conscientes que es un tema local que abarca lo global”, precisó la abogada Bernal.
Justamente por ser un fenómeno a escala mundial, la profesional exaltó la importancia de impartir, desde las aulas universitarias, tareas que ayuden a minimizar la contaminación a través de la gestión del agua, que incluye el manejo del territorio, la protección de cuencas y la arborización, entre otros aspectos.
Por ello, “toda decisión que tomemos como individuos o comunidad afectará el recurso hídrico, por lo cual es importante decidir si me cruzo de brazos o hago las tareas para minimizar el impacto negativo sobre ella”.
En la charla también se recordó que cada departamento tiene una cartilla que sirve de guía para desarrollar programas y sensibilizar a la población sobre las buenas y las malas prácticas con relación al uso y cuidado del líquido.
Actualmente, rige en el país la resolución 726 de 2015 sobre el desincentivo al consumo excesivo de agua en 26 departamentos (no incluye el Chocó, Amazonas, Vaupés, Caquetá, Guainía y Putumayo), como medida reguladora con la que se pretende su ahorro, teniendo en cuenta el impacto del fenómeno de El Niño.
El consumo varía desde 11 metros cúbicos mensuales en ciudades por encima de los 2.000 metros sobre el nivel del mar (m s.n.m.) hasta 16 metros cúbicos en regiones por debajo de los 1.000 m s.n.m.