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Urge prevenir extinción de la lengua umbra

Lengua Umbra  Aunque la tradición oral continúa siendo el salvavidas de esta lengua, que se creía desaparecida, evitar su extinción depende de la implementación de políticas que promuevan la preservación, a través de su enseñanza en las nuevas generaciones.

 

 

Se calcula que en la actualidad sobreviven 65 lenguas indígenas, habladas por unas 400.000 personas en 22 de los 32 departamentos de Colombia; sin embargo, no existe un inventario exacto, ya que algunas sobreviven en medio del sigilo de comunidades apartadas, a expensas de una total extinción de la que seguramente nadie se enteraría.

Este es el caso de la lengua umbra, cuya existencia permaneció en secreto durante más de cuatro siglos y medio. Fue el etnolingüista y catedrático de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales, Guillermo Rendón, quien la redescubrió cuando adelantaba el proyecto “Caldas rupestre”, en el corregimiento de Bonafont, Riosucio (Caldas), en límites con Risaralda.

“Este hallazgo fue posible debido a que algunos pobladores de la zona sorprendentemente podían explicar grabados indígenas en roca (petroglifos), lo cual sirvió como indicio de que esta lengua permanecía viva”, recuerda el investigador. De esta manera, se encontró que el umbra es hablado por siete familias de Bonafont y las veredas Sardinero y Mápura, de Quinchía.

Luego de 16 años de ese descubrimiento, el experto logró transcribir en el sistema Alfabeto Fonético Internacional (AFI) los sonidos enunciados por los nativos y creó un sistema gramatical que podía ser el eslabón de un plan para salvaguardar esta lengua, la cual antes de la llegada de los españoles sirvió de puente comunicacional para unir a la comunidad umbra arraigada desde Anserma (Caldas) hasta Caramanta (Antioquia), y cuyas raíces están relacionadas con la cultura prehispánica.

“Después de transcribir 153 sonidos diferentes entre signos y diacríticos, extenso vocabulario y textos bilingües, uno se pregunta cómo es que todavía en los resguardos no se enseña, cuando se sabe que la lengua es el principio de identidad más fuerte que existe, además de la genética”, afirma el investigador, quien en 2011 materializó los resultados de trabajo en el libro Lengua umbra.

Tras cinco años de consolidar el sistema gramatical umbra, no existe un plan municipal, departamental ni gubernamental que apueste por su conservación entre las nuevas generaciones. De hecho, es importante tener en cuenta que la mayoría de los hablantes, quienes se resisten a abandonarla, son personas octogenarias.

Tímidas acciones

En el caso de Quinchía, los esfuerzos por consolidar un proyecto de resurrección del umbra se remontan a la publicación, en 2001, del libro Historia de Guacuma, en el que Merardo Largo, exgobernador de la etnia, describe: “lo difícil de trabajar la lengua se basa en la falta de personas hablantes capacitadas en el tema. Los habitantes hacen hasta lo imposible por recordar y poner en juego todas esas frases fonológicas que están en ellos”.

Las intenciones por lanzar un “salvavidas” al lenguaje ancestral se centró en llevar la publicación hasta escuelas y colegios de la región, tal como lo reconoció Alejandro Ugarte, coautor del libro junto al líder indígena Merardo Lago. “Lo hicimos para fortalecer la identidad y reconocer que la lengua existe, pese a que son pocos quienes la hablan, entre otros aspectos, por la colonización de algunas etnias que se fortalecieron en el territorio e impusieron su lengua”.

Lo paradójico de la situación es que después de sobrevivir por varios siglos, al resistir la presencia española en el territorio, la lengua umbra está amenazada por las escasas políticas diseñadas para resguardarla. En ese sentido, es importante advertir que mientras los mayores realizan esfuerzos importantes por mantenerla vigente, los jóvenes no muestran interés al respecto.

“Como existe una mayor población embera–chamí, justamente es su lengua la que se habla, porque ellos se resisten a aprender otra ajena. Sin embargo, nosotros estamos diseñando un proyecto a través del programa Estímulos del Ministerio de Cultura, para crear una escuela de enseñanza del umbra en Quinchía”, manifiesta Ómar Ramírez, director de la Casa de Cultura del municipio risaraldense.

Prevenir su extinción

Históricamente los umbra compartían territorio y rituales con los quimbaya, además, eran agricultores y artífices de cerámica para uso doméstico y laboral. Hoy se estima que existan alrededor de 14.000, divididos en varios resguardos en zona limítrofe entre Caldas y Risaralda.

Al respecto, la profesora Olga Ardila, del Departamento de Lingüística de la U.N. Sede Bogotá, menciona que Colombia es un país diverso con muchas lenguas pequeñas que tienen poca posibilidad de sobrevivir por el número reducido de quienes la hablan, además del contacto cercano con el idioma español y la necesidad de comunicarse.

“Algunas lenguas se mantienen solo con el habla sin necesidad de un sistema de escritura, y la umbra, que no aparece en el inventario del Ministerio de Cultura, podría considerarse muerta. Sin embargo, si tiene hablantes se puede revitalizar, tal como sucedió con la judía, por citar un caso histórico”, sostiene la docente.

Pese a su redescubrimiento, la umbra todavía se conserva en la tradición oral sin el uso de la escritura, sistema existente que están a la espera de masificarse a través de cartillas, siempre y cuando exista un plan oficial de restauración.

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