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Río Otún, desbordado por la indiferencia administrativa

Río Otún  En la ladera de la cuenca media de este afluente, en el territorio compartido entre Pereira y Dosquebradas (Risaralda), conviven alrededor de 80.000 habitantes, asentados en tres comunas y 75 barrios, que temen ser reubicados por los proyectos de recuperación previstos en esa zona.

 

 

El poblamiento y desarrollo de Risaralda ha estado ligado al uso y disfrute del río; el Otún ha sido testigo y protagonista de gestas cívicas, tragedias y transformaciones. Contar la historia de este afluente no solo hace referencia a cómo fue poblado, también a su papel como principal abastecedor de agua potable y energía eléctrica en Pereira, su rol como escenario de recreación y su carácter de borde metropolitano.

Con 78 kilómetros de longitud, el río Otún recorre Pereira y Dosquebradas en sentido oriente–occidente y está ubicado en los límites norte y sur de estos municipios, respectivamente. En su recorrido cruza la zona urbana de ambos y continúa al río Cauca, donde desemboca.

Desde su nacimiento, en la laguna del Otún, la pérdida de vegetación en las orillas, el pastoreo de ganado, la tala de árboles y los cultivos de papa son algunos de los principales problemas. Otros factores que ahondan esta situación están relacionados con un turismo mal gestionado, las basuras y alcantarillados incompletos.

Un estudio realizado en las comunas Río Otún y Oriente, en Pereira, así como en un par de barrios de la ladera baja de la comuna uno de Dosquebradas, denominada Jesús de la Buena Esperanza, evidenció escasez de políticas gubernamentales, debido a la brecha divisoria entre los actores que convergen en la zona. La situación impide desarrollar proyectos conjuntos para recuperar el ecosistema, dinamizarlo y conservarlo.

En Pereira, la comuna Río Otún cuenta con aproximadamente 40.946 habitantes, distribuidos en 36 barrios, y la comuna Oriente tiene unos 17.383 en 20 barrios. A su vez, la comuna uno de Dosquebradas agrupa 20.000 personas en 19 barrios, de los cuales solo tres se ubican al nivel del río (unos 6.700 habitantes), los demás distan unos 3 km de la zona, que conforman un mirador sobre el mismo.

Un solo río, diversas miradas

La investigación adelantada por Alejandra Paola Marín Buitrago, magíster en Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia (UN) Sede Manizales, incluyó una metodología que permitió examinar la situación desde la trialéctica de lo vivido, percibido y concebido.

La descripción de vivencias en el territorio fue realizada a través de entrevistas y grupos focales. Así, se detalló la relación de los ciudadanos con el río, sus luchas sociales y manifestaciones de identidad y pertenencia, por medio de las gestas de fundación, construcción de casetas e iglesias por convites, mejoramiento de sus viviendas desde un estado inicial de cartón y lata, hasta tener casas de material de dos pisos.

Este arraigo al territorio fue reflejado en 2014, cuando los invasores, quienes tomaron las zonas desalojadas en 2000, hicieron huelga de hambre, se enterraron en la zona del desalojo, marcharon en la Plaza de Bolívar e interpusieron una tutela; esta última permitió que unas pocas familias recibieran vivienda.

Desde lo concebido, el discurso de las autoridades es reconstruido a partir de los instrumentos como el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Pereira, Acuerdo 18 de 2000, el de Dosquebradas Acuerdo 15 de 2000, el Plan integral de Desarrollo Metropolitano.

No obstante, el modelo de gestión evidencia una postura arcaica en relación con la cuenca, al asumirla como límite y problemática. Cada autoridad sigue realizando esfuerzos aislados y los nuevos mecanismos de integración, gestión y financiación que otorga la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT) están desaprovechados, entre ellos asociatividad de municipios, contratos plan recursos de regalías, por ejemplo.

Los intereses disímiles reflejan esa discordancia. Por ejemplo, Dosquebradas mira al Otún desde lo turístico a partir de los miradores desde el sector de La Badea (zona de discotecas), donde se proyecta la construcción de un teleférico, mientras la ladera la interpreta para reubicar a las familias asentadas en zonas de riesgo, ubicadas en solo tres barrios. Con respecto al río, al municipio le queda la vista desde los barrios altos.

Para Pereira y el Área Metropolitana Centro Occidente (AMCO) la cuenca media del río también tiene potencial como escenario turístico sostenible, por ello fue diseñado el proyecto Parque lineal río Otún, que consiste en una renovación paisajística y social de la ladera del Otún en la zona de la comuna oriente y tramo rural del río, pero, orientado a resignificar el afluente en una extensión de 9,5 kilómetros y un área de 365 hectáreas.

La iniciativa, incluida en el POT, plantea el tratamiento de renovación y la intención de reubicación de las familias, además de equipamientos de parques, recuperación de la calle 19 (calle de la Fundación), que conecta la avenida del río con el centro de la ciudad. La reubicación es la parte que mencionan sin brindar mayor precisión.

En cuanto a lo percibido, estudiado a través del análisis de artículos de prensa, la magíster encontró que dada la escasez en los recursos públicos para inversión en urbanismo, actividades sociales o mejoramiento, asentamientos de otras zonas de la ciudad también “pelean” por recibirlos, pero en ninguno es tan palpable la desatención pública. Los habitantes del Otún manifiestan que sus derechos de petición y citas con las autoridades son desatendidas o, en un principio, les comunican que es imposible ejecutar obras ubicadas en zona de riesgo.

“El principal problema de los barrios del Otún resulta del trato inequitativo con respecto a otros sectores del área metropolitana, producto de su permanente situación en proyecto de reubicación. Por ejemplo, en 2009 se anunció un proyecto para mejorar las viviendas de las familias en el Otún, el cual fue repetido en 2010 y 2012, pero a la fecha no se ha ejecutado.

Igual apreciación sostiene Francisco Javier Osorio Botero, presidente de la Federación de Juntas de Acción Comunal (JAC) de Pereira, “cada administración municipal, en el caso de Pereira, lo incluye en los planes de desarrollo y queda solo en letras”.

Macroproyecto conjunto

Como recomendaciones, Alejandra Paola Marín Buitrago propone que la resignificación del río Otún debe darse como un macroproyecto, que cuente con todas las características de un Gran Proyecto Urbano (GPU), es decir, una sola entidad gerencial, más no política, integrada por todos los entes interesados que centralice la ejecución.

“Esto es posible mediante figuras asociativas, como la asociación de municipios mediante el contrato plan. También, podrían integrarse el AMCO y la Carder, lo que permitiría tener una entidad gestora única. Por otro lado, la desarticulación de autoridades es uno de los mayores problemas y el exceso de planificación sin gestión, otro. Además, en la LOOT, estas asociaciones tienen preferencia en acceso a recursos nacionales.

Para que la realidad de la zona cambie, urge emprender procesos que transformen la percepción del río Otún como barrera y consolidar, mejor, un concepto integrador de esta fuente de agua para más de 400.000 habitantes, que muere ante la mirada indiferente de los risaraldenses.

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