Establecer con precisión las funciones de los miembros pertenecientes a organizaciones no gubernamentales, como la que visitaron los jóvenes de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales, permitirá mejorar su productividad y alcanzar las metas propuestas.
Esta fue la conclusión a la que llegaron Diana Lucía Medina Nieto y Mateo Pachón González, estudiantes de Administración de Empresas de la U.N., después de realizar, durante seis semanas, su práctica comunitaria en Bahía Blanca (Argentina) con el Grupo solidario crecer por la vida.
La fundación ayuda a niños y jóvenes de distintos barrios de bajos recursos, además ofrece talleres y actividades recreativas y culturales, para que aprovechen su tiempo libre.
“Cuando llegamos a esta fundación nos dimos cuenta que se realizaban acciones, pero sus integrantes no tenían nada definido sobre cómo trabajar ni funciones establecidas para realizar determinada labor, a pesar de que se les veía la voluntad. Se notaba desorganización y no se alcanzaba el rendimiento esperado en la realización de las diferentes actividades”, explicó Diana Lucía Medina Nieto.
La estudiante de la U.N. aseveró que esta fundación no tenía una estructura organizacional definida ni el comité con nombre propio que exige la municipalidad (alcaldía en el caso colombiano), hecho que la podría estar perjudicando hasta llegar a perder beneficios.
Por tal motivo, los estudiantes de octavo semestre de la U.N. estructuraron un organigrama conformado por el presidente, vicepresidente, contador, tesorero, secretario, suplentes y vocales, con sus respectivas funciones definidas, con la intención de que cada integrante tomara conciencia de su rol dentro de la ONG.
Antes de realizar esta estructura, los estudiantes desarrollaron un análisis y revisaron las actividades que llevaban a cabo, cómo las hacían y qué sensación dejaba en cada uno de los beneficiaros que, por lo regular, son chicos y jóvenes de barrios marginales.
“Posteriormente, tuvimos reuniones y entrevistas con los miembros de esta ONG para identificar las percepciones acerca de su trabajo y cómo se sienten dentro de la organización. La recolección de esta información nos permitió definir una estructura organizacional clara con cargos y funciones precisas, lo que permitió un mejor desempeño y, sobre todo, el alcance de las metas propuestas”, aseguró Mateo Pachón González.
Otra de las acciones realizadas por los practicantes de la U.N. fue la estructura de un direccionamiento estratégico, que incluyó la misión, visión, principios o valores y propuesta de valor de esta ONG.
Según el estudiante de la U.N., la recomendación a las organizaciones del país y Latinoamérica es revisar su estructura organizacional y, en particular, buscar la mejor forma de que sus miembros cumplan funciones acordes con las aptitudes y habilidades que caractericen a cada uno de ellos.
Los estudiantes de la U.N. también le recomendaron al grupo solidario ser muy cuidadosos con la realización de las actas y seguimiento a las mismas. Esto permitirá identificar los compromisos adquiridos por los miembros de la organización y su respectivo cumplimiento.
Adicionalmente, plantearon que las ONG deben de tener una base de datos que pueda ser administrada por varias personas de confianza, para evitar la pérdida de información y obtener antecedentes de los procesos.
La práctica comunitaria de Diana Lucía Medina Nieto y Mateo Pachón González fue realizada el 13 de junio al 30 de julio y coordinada por el profesor Pablo Felipe Marín Cardona, director del Consultorio Administrativo de la Facultad de Administración de la U.N. Sede Manizales.