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Simular modelos de edificaciones prevendría riesgo de incendios

Incendios  La latente amenaza de incendios que se acentúa más en aquellas edificaciones de bahareque, presentes en el 90 % de los pueblos colombianos, no es un tema que todavía revista interés en el país.

 

 

Así lo considera el profesor Juan Gabriel Ocampo Hurtado, doctor en arquitectura, diseño y urbanismo de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales, en la fase preliminar de la investigación que recién inicia sobre vulnerabilidad pírica en el país.

Por ello, el profesional estimó el diseño de un modelado dinámico de incendios, a través de la simulación, y construyó el edificio digitalmente, con presencia de conflagraciones causadas por un cortocircuito, vela o rayo, para determinar cuánto tiempo tardaría en crecer las llamas y qué tanto soportaría el fuego los materiales.

El docente señaló que pese a la existencia de normas como el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente NSR 10, no se cuenta con estudios sobre riesgo y vulnerabilidad. Salidas de emergencia, escaleras, iluminación apropiada, señalización, entre otras medidas, están contempladas en esta norma, para hacerlas cumplir a partir del diseño y la construcción.

Frente al inminente riesgo, citó la madera y la guadua como productos de fácil conflagración, los cuales representan una amenaza para quienes habitan en edificaciones construidas en estos materiales.

“Manizales vivió tres incendios consecutivos en los años 1922, 1925 y 1926 que destruyeron el centro, incluida la catedral, afectada por el último, además de edificios y casas, la gran mayoría construidos bajo la técnica del bahareque”, indicó el profesor Ocampo Hurtado.

“Si la vulnerabilidad contra incendios no se ha trabajado, ¿cómo podemos entonces estimar el riesgo y la vulnerabilidad existente en los edificios? Por eso, agregó, “cuando enfrentamos proyectos existentes o edificaciones de interés patrimonial, la norma no es de fácil aplicación”.

“Dentro de las normas también existe una denominada carga, ocupacional y es cuando el arquitecto trabaja el espacio en relación con la cantidad de personas que lo van a ocupar hasta su salida segura, por ejemplo, en un auditorio”, precisó el investigador.

El profesor Ocampo agregó que el carácter estético del edificio ha dejado un poco de lado el riesgo y la vulnerabilidad por ceñirse más a las formas que al fondo.

¿Qué medidas vamos a tomar para afrontar el riesgo? se interrogó el exponente del tema, al expresar la necesidad de tomar conciencia para asumir las medidas del caso a nivel normativo.

“El sistema de estimación de la vulnerabilidad pírica debe formar parte de la valoración holística del riesgo, eso quiere decir, incluir la parte física y social. Deben participar otro tipo de profesionales como sociólogos, psicólogos y los propios habitantes, a los que hay que enseñarles la necesidad de apagar los velones para minimizar la amenaza de un incendio que puede afectarlos a ellos y a sus vecinos”, sostuvo el académico.

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